El otro libro

La última entrada que escribí se titulaba algo así como “Dos libros”, pero en ella solo hablaba de uno, “Hope against hope”, de N. Mandelstam. Me olvidé del otro.

El segundo —que también lei durante el verano— es una semblanza de Tomás de Aquino. Más que un estudio biográfico, es una larga explicación de su pensamiento filosófico y teológico, paralela al desarrollo de la vida del santo.

La muerte por éxito

A santo Tomás de Aquino le hemos matado entre todos.

Más bien, todos los que han intentado “explicar” su filosofía y su teología, “transmitirla fácilmente”, “desmenuzarla”, lo que han conseguido es convertir su lenguaje sencillo en un problema y mostrar su pensamiento como un bloque de mármol inescrutable: “ahí está la Piedad, pero tienes que llegar a ella con las uñas.”

Es similar a lo que ocurre con Aristóteles. Todo el mundo habla de él y muchos intentan “enseñar” lo que piensa. Pero a Aristóteles hay que leerle. Y a Tomás de Aquino, también.

Hace años le sugerí a un amigo que leyera directamente la Summa Theologiae: un universitario del siglo XXI tiene muchos más apoyos conceptuales y mucha más preparación intelectual que los lectores del siglo XIII a quienes iba dirigida. Sigo pensando lo mismo: lo único requerido es la paciencia para leer un texto con estilo antiguo y para obviar todas las cuestiones que hoy día están fuera de lugar (sin despreciarlas: cada época tiene sus problemas). Tomás de Aquino intentó aclarar las cosas.

Un recorrido algo hagiográfico por el pensamiento

La única pega que puede ponerse al libro “Thomas Aquinas: a Portrait”, de Denys Turner, es que el autor se muestra demasiado entusiasta en su exaltación del santo. Esto podría poner en guardia a un lector poco familiarizado con el biografiado (o a alguien que no quiere ver su opinión tamizada por la de otro).

Por lo demás, el autor divide la obra en ocho capítulos, cada uno dedicado a un aspecto relevante (primordial) de la vida o el pensamiento de santo Tomás. Así: “Un dominico”, “Un materialista”, “El alma”, “Dios”, “La amistad y la gracia”, “Gracia, deseo y oración”, “Cristo”, “La Eucaristía y la Escatología”.

El capítulo que más me agradó fue el segundo, “Un materialista”. En él se resume claramente la posición elemental de Tomás de Aquino en su filosofía: solo se puede pensar a partir de lo que recibimos por los sentidos. El hombre no es “un alma en un cuerpo”: el principio espiritual del hombre es algo inseparable del cuerpo (en el sentido de que, por sí mismo, no configura un hombre); el “alma separada” es un estado transitorio y problemático; lo propio del hombre es ser como es: corporal.

Todos los demás ilustran otros aspectos de la filosofía de santo Tomás y de su pensamiento normal, pegado a la tierra. La relación del hombre con Dios, algo tan sublime, es la relación de un hombre (i.e. un ser corporal) con Alguien que le es radicalmente íntimo y por eso es capaz de aumentar y enriquecerse sin medida. Más allá del sentimiento.

La moral es la búsqueda del bien y el bien es —de manera habitual— algo que produce satisfacción (que no ha de confundirse con el exclusivo placer físico pero que, de manera general, lo incluye). Esto, que parece obvio, es importantísimo para todas aquellas personas que confunden “estar satisfecho con mi trabajo” ó “sentirme realizado por haber ayudado a alguien”, con “soy egoísta porque me enorgullezco de lo que hago”. Gran peligro en el que muchos cristianos tendemos a caer, al entender la humildad de manera equivocada.

Una gran introducción al pensamiento de santo Tomás

En fin: creo que esta breve obra merece una traducción al castellano. Es una introducción sencilla, elegante, culta y devota a la filosofía y la teología de uno de los más importantes autores cristianos. Y una invitación a acceder a su obra directamente, sin intermediarios.

Índice

Comentarios (Disqus)

Comentarios gestionados porDisqus