Unos libros
Un lector me ha sugerido que escriba sobre libros que me han gustado. Aprovecho el puente de la Inmaculada y que se me han venido varios a la cabeza para reseñar algunos.
El ponche de los deseos (M. Ende)
Uno de los libros supuestamente juveniles más divertidos y entrañables que conozco. Supuestamente porque yo lo releo con frecuencia y mi madre, que ya no es joven, también. He visto que han cambiado la portada. La anterior era mucho mejor.
Un gato gordo y perezoso, minnesinger, que se auto-denomina “Maurizio di Mauro”, propiedad del mago Belzebú Sarcasmo, se da cuenta de que en la noche de san Silvestre están ocurriendo cosas extrañas en Villa Pesadilla, y que su amo está extrañamente ansioso. La visita del cuervo Jacobo Osadías, enviado por la tía Tirania Vampir, enreda más las cosas y queda claro que antes de medianoche va a ocurrir algo que tiene relación con una receta de un ponche.
Un cuento divertido, sencillo, alegre, rocambolesco y amable. Óptimo para sonreír y deleitarse en la historia, en los personajes y en la asombrosa traducción, que en ningún momento se hace notar. Releíble muchas veces.
Los idus de marzo (T. Wilder)
Este lo he leído en el original inglés (como la mayoría de la literatura en esa lengua que leo: gracias mamá). Es una novela epistolar sobre los días previos a la muerte de Julio César, aunque con anacronismos que facilitan enriquecer el contenido de las cartas.
Los personajes quedan perfectamente delineados solamente con el estilo de su escritura y las alusiones indirectas que otros hacen de ellos en sus cartas. Hay gente buena, mala, sabia y necia, viciosa y virtuosa…
Llevaba años dudando si leerlo o no, hasta que me lo trajeron los Reyes hace unos doce o trece y, ese verano, lo comencé, lo terminé y volví a empezarlo por lo mucho que me gustó. Extraordinario.
El puente de san Luis Rey (T. Wilder)
Una obra muy breve, también de Wilder —esta y la anterior son las únicas que he leído de él. Ni siquiera puede llamarse novela; puede resumirse como un estudio de un estudio.
El puente de san Luis Rey, en el siglo XVI, es un paso necesario para acortar la llegada o la salida de Lima. Es un hito tan permanente en la vida de los peruanos que el día de su ruptura marca un antes y un después… Los limeños hablarán diciendo “eso fue antes de que se rompiera el Puente”, o “unos años después de que se rompiera el Puente…”. Un fraile franciscano, fray Junípero, estudioso de las almas y asombrado por el misterio de la Providencia de Dios, ve el hecho de su ruptura como un acto divino y decide estudiar las historias de quienes murieron en esa catástrofe para demostrar que ha ocurrido en el mejor momento de sus vidas. De otro modo… ¿cómo podría decirse que Dios provee lo mejor para sus hijos?
Cinco o seis historias entrecruzadas de personajes de todos los niveles sociales de la Lima de entonces… Historias de angustia, paz, lucha, esperanza, dolor, amor, pasión, y… llenas del misterio del pecado y de la salvación. Todo ello en apenas cien páginas de una delicadeza singular. Un libro para todos los veranos, o todos los inviernos. Maravilloso.
El hijo de César (J. Williams)
Augustus es el título original inglés de esta, también, novela epistolar.
La correspondencia entre las personas más cercanas a Octavio Augusto, heredero de César, cubre desde el momento en que recibe la noticia de que su tío ha muerto y le ha nombrado su sucesor hasta prácticamente el momento de su muerte. Soy incapaz de recordar los nombres pero hay cartas de su hija (¿Julia?), que fue desterrada a una isla desierta por su comportamiento escandaloso; de sus amigos de la infancia (un poeta, un soldado y otro); de un general que fue quien le enseñó el arte de la guerra y que vive, retirado y ciego, en otra isla, sin recibir visitas…
Cuando lo comencé (también me lo trajeron los Reyes), ni siquiera sabía que era una novela epistolar. Al verlo pensé: vaya, una copia de “Los idus de marzo”, seguro. Sin embargo, el estilo es mucho más sereno (al fin y al cabo, Augustus no se centra en un acontecimiento puntual sino que cuenta toda una vida) y detallado, y hay más tiempo para dar profundidad a los personajes. Las cartas se enriquecen unas a otras y la personalidad de Octavio Augusto y de la Roma de su época se va trazando cada vez con matices más ricos. Un hombre divinizado dedicado a llevar a plenitud la obra de su predecesor y conseguir la paz para Roma. Para ello ha de vencer el odio, la enemistad, la traición, la calumnia…
Delicioso. Se lee con más calma que “Los idus de marzo” pero la satisfacción es del mismo nivel.
Stoner (J. Williams)
Me enteré de la existencia de este libro por el nick de un participante en un foro que leo de vez en cuando.
En esta novela no pasa nada. Nada especial, vaya. Se narra la vida, desde la juventud hasta la muerte, del profesor Stoner (no recuerdo el nombre), de una Universidad americana en una ciudad universitaria cualquiera (en Estados Unidos hay bastantes). Entra en un Departamento de Letras, consigue con más o menos dificultad (como todo el mundo) su puesto fijo, se casa, no recuerdo si tiene hijos, es adúltero aunque no mucho, termina cansado de su mujer pero no tanto como para abandonarla, se hace anciano, enferma y muere. Aunque secundario, el personaje de la mujer es clave.
No ocurre nada extraordinario y, pese a ello, es una de las mejores novelas que he leído. Hace falta estar algo familiarizado con la vida universitaria para entender las diversas etapas de su vida profesional y para hacerse cargo del entorno en que vive el protagonista. Aparte de esto, Stoner es una persona relativamente vulgar, incluso aburrido. Y, con todo, J. Williams consigue que su vida genere interés y deseo por seguir leyendo. Una obra maestra.