Hopkins a Mowbray Baillie, 22 de mayo — 18 de junio de 1880
No tenía marcada esta carta para traducir pero cuando, hojeando el volumen, justo antes de una de las marcadas vi que esta estaba dirigida a Mowbray Baillie, uno de los amigos de juventud de Hopkins, de Oxford, me dije: ¿seguro que esta no es interesante? Y me paré a leerla. Me alegro de haberla releído, aquí la dejo por gusto personal.
Alexander W. Mowbray Baillie (y traduzco de la Introducción del Volumen I de las Cartas, de la OUP), era el amigo más querido de Hopkins. […] De su época de Oxford, dice en una carta a la familia de Hopkins (17 de junio de 1889) que Hopkins “es la figura singular que llena toda mi memoria de la vida en Oxford. Apenas tengo un recuerdo que no esté asociado a él. A él le debo todo mi crecimiento intelectual, y una gran parte de la felicidad de aquellos días de Oxford”. Este estrecho lazo y esta cariñosa amistad, sobrevivieron el paso del tiempo, pese a que Hopkins se convirtió al catolicismo en esa época, mientras que Baillie fue educado como presbiteriano y se fue haciendo racionalista y ateo con la edad; tampoco necesitaron verse con frecuencia para conservar su amistad. Cada uno admiraba en el otro su elevada integridad y la inteligencia crítica y sutil…
La carta es de la época en que Hopkins ya está en Liverpool.
Salisbury Street 8, Liverpool, 22 de mayo de 1880
Muy querido Baillie,
No sé qué pasa que me da tanto gusto recibir tus cartas pero tardo tanto en contestarlas. Al menos puedo excusarme diciendo que mi trabajo en Liverpool es muy latoso y dificulta el escribir. Esta noche estoy en el confesonario pero hay menos fieles que habitualmente y me he librado inesperadamente de un sermón del cual, si no, tendría que haber sido librado. Aquí llega uno.
Dices que es un poco artificial en mí alabar a la gente de Lancashire [n.t. por entonces Liverpool formaba parte del concejo de Lancashire] y menospreciar a los “oxonianos” [n.t. los estudiantes de Oxford se llaman habitualmente “Oxonians”, no los habitantes de la ciudad] — una palabra desagradable, digamos los de Oxford. No me acuerdo de lo que dije exactamente; ¿estás seguro de que, como supones, me refería a la Toga, no a la Ciudad? [n.t. juego de palabras común “Gown/Town”, “la Toga (los estudiantes y académicos)/la Ciudad (los habitantes) de Oxford]. Realmente me gustan ambos. No amar mi Universidad sería desabrochar los propios botones de mi ser [n.t. juego de palabras con “Gown” (toga)], y en lo que respecta a los ciudadanos de Oxford, me parecieron, en los 10 meses de estancia entre ellos [n.t. como sacerdote, no durante sus estudios], muy dignos de afecto — aunque algo secos, lejanos y abatidos. Y en esa estancia vi muy poco de la Universidad. Pero no pude dejar de sentir cuán distante era, cuán gélida y qué profunda desconfianza generaba. Podría haber deseado, pero a la vez no podía hacerlo, que no hubiera habido nadie que me conociese. De hecho había muchos, y todos fueron amigables, algunos cordialmente, pero con otros no pude sentirme a gusto. Con los de Lancashire es al revés; siento como si hubiera nacido para tratarles. La religión, ya sabes, entra hasta el fondo; en realidad es la impresión más honda que tengo al hablar con la genteÑ si son o no de mi religión. Y así, da gusto sentirse un poco halagado, y puedo decir con verdad que salvo del modo más escalofriantemente transparente, pocas veces me pasa. Pero esta gente de Lancashire de bajo rango o al menos no de alto es con quienes me he sentido más bienvenido y quienes han sacado más provecho de mí. Esto es, creo, lo que tenía yo en mente. [n.t. unas 300 palabras para explicar que no estaba metiéndose con la gente de la ciudad de Oxford. Me encanta].
Si te has puesto a trabajar a fondo en el fascinante estudio de los jeroglíficos, o más bien del la lengua egipcia, quizás llegarás a traducir textos, y lo harás mejor que lo que hacen en la Sociedad Arqueológica Bíblica y en esa publicación chapucera, “Ancient Texts”, creo que se llama. He estado leyendo el primer volumen egipcio de la entrega (veo que el nombre correcto es “Records of the Past”) y las traducciones son un asunto penoso. Pueden hacerse concesiones por ser una lengua poco conocida, pero aun haciéndolas, son penosas. La cosa más curiosa de este volumen se titula los Viajes de un Egipcio: es en realidad, por lo que parece, una crítica, hecha con el interés también de ser publicada, acerca de un diario de viaje o una narración de los viajes en Siria de un hombre que dice de sí mismo, con mucho énfasis, que es un Mohar, sea lo que sea un Mohar. El crítico, cual moderno Reviler o Athenaeum [n.t. dos revistas críticas de entonces], se pregunta por qué no menciona tal o cuál lugar, dando una larga y docta lista de nombres. También se mofa de la pomposidad de la narración y parece que incluso parodia el estilo. En conjunto es tremendamente moderno en espíritu y aplana todo, por lo alto, y por lo bajo, de manera sorprendente. Seguro que tú lo has leído en el original.
9 de junio — Había escrito un mucho más, sobre este lugar (al que llegué el 30 de diciembre) pero lo he suprimido todo después de tenerlo a mi lado y releerlo primero con mi cabeza vuelta hacia un lugar, luego hacia otro, a diversas distancias y bajo diferentes luces, muchas veces. No creo que esté aquí mucho tiempo; aun no he estado mucho tiempo en ningún sitio. Me encuentro cara a cara con la más profunda pobreza y miseria en mi barrio. Sobre este asunto podría escribir mucho, pero no valdría de nada.
Lo que escribes sobre Apuleyo es interesante. Pero cuando tienes una parroquia, ya no tienes tiempo para leer ni para tener intereses intelectuales.
[…]
Durante el tiempo que estuve en Oxford, Pater [n.t. uno de los más famosos críticos e historiadores del arte de la época] fue una de las personas que más vi.
18 de junio — Esta carta es aburrida, pero puedes contestar con una más entretenida.
¿Qué piensas de Wagner? Estuve en un concierto de su música en invierno. Pierde mucho, me parece, fuera del escenario. Los alemanes le llaman el Maestro de Maestros y a Hartman el mayor de los filósofos y cada cosa nueva es en todas partes lo mejor que ha existido. Este es un asunto de bárbaros, el de lo mayor por aquí y lo supremo por allá, que Swinburne y otros practican. ¿Qué es lo que ha sido? Lo mismo que lo que será. Todo es vanidad y esforzarse tras el viento.
Créeme tu amigo afectuoso Gerard M. Hopkins SJ.