Acogida

Hoy he tenido la enorme suerte de leer (no sé si es el verbo adecuado. ¿Proclamar? ¿Decir? ¿Pronunciar? ¿Dar? ¿Exponer? ¿Contar?… Los expertos me lo dirán.) la primera Lectura (entonces supongo que es “leer”, parece obvio…) de la Eucaristía Dominical en la iglesia de Santianes de Pravia.

Celebraba el Doctor (a día de hoy es “ya, pero todavía no”, pero a mí eso me da igual) Gaspar Muñiz Álvarez, que además de experto en Sagrada Liturgia (entre otras cosas) es el Párroco del lugar, amén de otros cinco o seis, entre ellos Pravia. Pero no iba a hablar de él más de lo necesario.

Llegué unos minutos antes, como casi siempre, y además de saludarme todos los presentes (no el Párroco, que tiene que ir, venir, subir, bajar, correr, conducir… a veces parece que volar… para poder atender todas las comunidades que dependen de él), digo que además de saludarme todos, el monaguillo habitual (David) me preguntó si me gustaría hacer la primera lectura.

Cuando yo era niño y acababa de recibir la Primera Comunión (creo que también antes), también fui monaguillo, en una capilla perteneciente a una residencia de ancianos en que una tía abuela mía vivía. El sacerdote que la atendía era don Elías (ya gozando de Dios), quien recuerdo que me preparó para mi primera confesión y con quien la hice, ahora que lo pienso. (La Primera Comunión la hice en la Catedral de Santander, pero fue con él con quien iba a catequesis). En fin: que fui monaguillo y sé la ilusión que produce ayudar en la celebración de los Misterios Sagrados, y sé que a alguien joven se le puede hacer difícil “entregar” dicho servicio, pues es una acción importante y para un joven, muy valiosa.

Pues David me saludó y me dijo: “oye, Pedro, ¿quieres hacer alguna de las lecturas?”

El Párroco (el “ya pero todavía no” Doctor Gaspar Muñiz Álvarez, que además de párroco es amigo mío) ya me había dicho que la Comunidad de Santianes me apreciaba. No sé por qué, pues lo más que he hecho ha sido ocupar un banco y participar con ellos en el Santo Sacrificio.

¿Qué me estás contando?

No sé muy bien lo que estoy diciendo, como habrá quedado claro.

Gaspar me invitó a su Toma de Posesión, hace más o menos año y medio, como párroco de Pravia (y otros seis o siete sitios, o más); lo primero que hizo fue celebrar un servicio fúnebre, según el Rito Hispano, por todos los difuntos del territorio, en la iglesia de Santianes de Pravia, donde está enterrada Adosinda y que es, por así decir, el templo cristiano más importante de la zona que le corresponde a Gaspar. En dicho servicio pude ser uno de los acólitos.

El lugar me enamoró.

Hace unos meses comencé a asistir con frecuencia a la misa dominical allí.

Acude poca gente, como es obvio, pues el lugar es remoto y la iglesia pequeña (y fría). Pero, por el motivo que sea, me era fácil percibir ahí que la Eucaristía Dominical es una celebración en la que participa la Comunidad de creyentes, que se refleja principalmente en el elemento que denominamos “parroquia”. Esta Comunidad, de alguna manera, es la Iglesia en cada celebración, tal y como yo lo entiendo.

Y en Santianes, por algún motivo, me he sentido sencillamente aceptado, y por ello, parte de dicha Comunidad (no simplemente “alguien que va ahí a misa”).

Algo similar me ocurre cuando acompaño a mi madre a la parroquia de nuestra Señora de los Dolores, en Cajo (Santander).

Es posible que el pequeño número de asistentes tenga algo que ver. Pero la naturalidad, la sonrisa (se me viene ahora a la memoria la cara de la señora que se sienta delante de mí y me da la Paz)… el hecho de que se oiga a los demás cantar, de que yo sea uno más sin ser el “raro”, me ayuda a participar en la Celebración Dominical, porque me ayuda a verme como miembro del Cuerpo de Cristo, vivo, aquí, en Santianes, junto a quienes están conmigo y a quienes han estado en estos últimos más de mil doscientos años. (Gaspar dirá que sí soy el raro pero eso me da igual).

Uno más.

Me hizo verdadera ilusión poder decirle a David que, por supuesto, me gustaría leer (¿proclamar?) lo que él me dijera, y agradecerle la generosidad de permitirme hacer parte de lo que, estoy seguro, a él le encanta hacer. Y poder leer y meditar, hoy en concreto, la llamada de Dios a Samuel… (Sabemos que le llamó, pero no sabemos qué le dijo…).

Como no voy a poder hacerlo públicamente, quiero aquí agradecer a la Comunidad de Santianes su acogida y, por qué no, alabar su Participación en la Misa Dominical. Gracias, y que el Señor os conceda seguir fieles y unidos.

Todos unidos, formando un solo cuerpo...

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