Ministro extraordinario
Hoy, 4 de octubre de 2022, he actuado como ministro extraordinario de la Eucaristía: he acompañado a mi amigo Gaspar, recién nombrado párroco de Pravia, a las iglesias y capillas que le han sido encomendadas para “renovar” (sustituir las Formas consagradas que ya estaban en los sagrarios por otras consagradas recientemente) antes que dejar que pase demasiado tiempo desde su toma de posesión.
Ha sido un don extraordinario, prueba de una confianza total. La experiencia no puede ser más trivial —como casi todo lo que rodea a nuestro Señor: no hay nada raro ni llamativo, salvo cuando es necesario. Hemos tomado unas Formas del sagrario de la Colegiata de Pravia (este sagrario es inefable) y hemos ido por las diversas iglesias y capillas, recogiendo las Formas que había en cada lugar y sustituyéndolas por las que llevábamos. Luego Gaspar se encargará de hacer lo debido con las retiradas. En el coche del sacerdote, un Volskwagen diesel, sin solemnidad ninguna, incluso teniendo una conversación insustancial, como la mayoría de las que tenemos. Pero con el Señor “físicamente” entre nosotros (las comillas serían innecesarias si se entendiera bien el significado actual de la palabra). Todo muy trivial, muy sagrado. Como yo creo que actúa el Señor.
Por lo demás: hemos visitado, entre otros lugares, la iglesia de Santianes de Pravia, lugar en que (hoy me he enterado) Beato, venido de Liébana, asistió a la confesión de fe católica de Adosinda, ya viuda del Rey Silo, y donde ella está enterrada. Dicho sea de paso, el primer acto de Gaspar en Pravia fue un responso regio en dicha iglesia, ante la tumba de la reina, en el que tuve el honor de participar, en petición por la reina difunta y por los difuntos del lugar.
En Santianes encontramos a unos turistas madrileños que tuvieron la suerte de vernos y poder entrar (la iglesia está ordinariamente cerrada) para conocer el interior —vaya retablo…
Terminamos pasando por el hermoso santuario de nuestra Señora del Valle, donde había dos personas orando. Bendecido es aquel lugar en que la gente visita al Señor espontáneamente.
Pravia es, sin duda, un lugar bendecido. Qué curioso, enterarme ahora.
Hoy me ha sido otorgado un don y no he podido callarme.