Eutanasia II — la muerte no es el problema

El Congreso de los Diputados ha aprobado el Proyecto de Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia.

Lo malo no es permitir que el “personal sanitario” (¿?) mate a un hombre.

Lo malo es que el siguiente texto ha pasado a formar parte de la Legislación Orgánica española:

"Y es, precisamente, obligación del legislador atender a las demandas y valores de la sociedad, preservando y respetando sus derechos y adecuando para ello las normas que ordenan y organizan nuestra convivencia."

Ese es el texto clave sobre el que ha basado el Legislador una regulación para permitir matar a una persona de manera “legal”. Todo lo demás es muy secundario.

No hay ninguna interpretación benévola de dicho texto que permita establecer una normativa permanente que no dependa de una mera mayoría parlamentaria. Y eso, precisamente, es el tremendo problema de esta ley. Porque “adecuar las normas” a las “demandas y valores de la sociedad” sin, al menos, recurrir a un referéndum (que es cómo el legislador debería asegurarse de cuáles son las demandas y valores de la sociedad, no solo mediante los periódicos), es correr un riesgo gravísimo.

Recordemos que la pedofilia estaba perfectamente aceptada en la Atenas de Pericles. Recordemos que la eugenesia era una “ciencia” defendida por algunos de los mejores intelectuales de fines del siglo XIX y principios del XX (y no me estoy refiriendo a los Nazis). Recordemos que el infanticidio era una práctica común y aceptada en Cartago. Recordemos que la esclavitud era un aspecto reconocido y normal en los Estados Unidos de América hasta hace bastante poco (y, por cierto, G. Washington poseía esclavos).

Tengamos en cuenta que la justicia extralegal es algo que las sociedades con mafias aceptan sin quejas (de hecho, en algunos lugares, se vive mejor gracias a la seguridad de las mafias que al “Estado de Derecho”, que no existe).

El hecho de que el Legislador español acepte un texto como el citado permite suponer que, en el futuro, cualquier actuación que pueda interpretarse como compatible con la Constitución Española puede aceptarse como norma. Y, como se ha visto en estos casi 45 años de historia, prácticamente todo es compatible con la Constitución.

Afirmar en una Ley Orgánica que la legislación no tiene ningún principio más allá de las “demandas y valores de la sociedad” tal y como las interpreta el Parlamento (pues esta ley, repito, no ha sido sometida a referéndum) es declarar la absoluta falta de principios universales y de principios constitutivos de un país. Que alguien opine así me parecería bien; que haya quedado escrito en la normativa orgánica de mi nación me estremece.

No es matar lo malo.

Lo malo es no tener principios.

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