Genealogía de la Moral, Nietzsche.

He leído en los últimos meses la “Genealogía de la Moral”, de Nietzsche, una obrita en tres partes en la que plantea sus ideas sobre la aparición de la “moral” en la historia humana, las nociones de culpa y “mal moral”, y el significado de la ascesis como “valoración positiva del sufrimiento”.

Me ha interesado e ilustrado. Es un texto importante no solo históricamente sino como muestra, en muchos lugares, de cómo se percibe la predicación de la Iglesia cuando la vida humana se centra en “hacer el bien” y “no hacer el mal”: desde luego, ninguno de esos principios puede ser el centro: o el centro es Dios o la vida es un delirio. Resumo los tres ensayos muy breve e imperfectamente.

Primer ensayo: “Bien y mal”, “bueno y malo”

En la primera parte, Nietzsche se plantea cómo apareció en el mundo la dualidad moral “bien/mal”, “bueno/malo”: ¿de dónde sacaron los primeros hombres que hablaron de ello estos términos?

Nietzsche es, primero de todo un filólogo (catedrático de filología de la Universidad de Berna, alcanzó el puesto sin un doctorado). Solo después se dedica a la filosofía. Toda esta obra es un enorme trabajo de lo que doy en llamar “etimología performativa”: una narrativa etimológica que, a partir de un argumento lingüístico-histórico posiblemente correcto, deduce sin lugar a dudas una realidad social y humana claramente discutible. La etimología y la filología de Nietzsche pueden ser correctas pero su sociología y su antropología distan mucho de seguirse de ellas.

Podría decirse que Nietzsche deduce la historia de la formación de conceptos a partir de la (posible) historia de la gestación de los términos y pasa de la materia (el término) a la forma (el concepto) sin distinguirlos claramente.

Su antropología comienza con la división social en una clase dominante y otra dominada: los hombres “libres” y los “esclavos”. Ejemplar de hombre libre sería Pericles (su idea de Pericles); según Nietzsche, hombres así solo existieron realmente antes de la historia escrita. En su visión, la clase formada por estos hombres denominaba lo que “ellos hacían”, sus actos propios, con términos equivalentes al nombre de su casta. Por ejemplo: actualmente hablamos de un acto “noble” para expresar algo que “tiene valor”. Para Nietzsche, este era un término sin valor moral, la denominación de los actos que no eran propios de “los esclavos”. Digamos “nosotros los nobles actuamos así, y a eso lo llamamos noble. Los esclavos no actúan así y lo despreciamos.” Téngase en cuenta que por “noble”, en sentido “original”, Nietzsche entiende “todo aquello que engrandece al hombre y muestra su vida y su voluntad de poder”, su “libertad”, nada parecido a la terminología actual.

Pero los esclavos, movidos por el resentimiento (otro término esencial en la filosofía de nietzscheana), se rebelan contra la opresión del único modo que pueden, lingüísticamente, y (de alguna manera) fabrican una terminología alternativa en la que “noble”, “bueno” se refiere a actos determinados que transmutan los valores (a-morales) “nobles” originales y, como consecuencia, se oponen totalmente a la clase opresora. De esta manera, (mediante la casta sacerdotal, otro concepto clave), se genera una rebelión incomparable (lingüística) en la que los esclavos cambian el sentido de los términos y convierten “noble” en “todo lo que se opone a lo que hace la clase opresora”. Por tanto, todo lo que es “humildad”, “caridad”, “sacrificio voluntario” (pues el noble de Nietzsche sufre pero no “se sacrifica”), “pobreza”, se convierte ahora en lo grande y bueno (aquí aparece el término transmutado), mientras que lo anteriormente “noble” se convierte en lo “malo”, “dañino”, “pecado”: lo propio de la clase opresora es precisamente lo malo en esta nueva terminología esclava.

Es difícil resumir la visceralidad de su ataque a la “casta sacerdotal”, que presenta como la culpable principal de esta transmutación de valores y de la creación de la moral de esclavos. Y el desprecio de Nietzsche hacia los “plebeyos”.

De aquí a deducir el premio y el castigo eternos hay un paso. Y el paso principal es… anunciar que el propio Dios se hace “bueno”: sufre e incluso muere.

Para Nietzsche, esta transmutación es pura oposición al movimiento primordial del hombre (del cosmos): la vida, la voluntad de poder y de vivir: el ahora-aquí-afirmado totalmente-en mi persona: YO ACTÚO, nadie me dice cómo.

Es un texto tremendo, lleno también de amargura hacia la sociedad creyente, sobre todo los cristianos y entre ellos los católicos.

Y la sospecha, la constante sospecha ante los enunciados morales y ante la autoridad.

No puede hacerse un resumen adecuado.

Segundo ensayo: “Culpa”, “mala conciencia” y asuntos relacionados

La noción de culpa (para Nietzsche) es una herencia del concepto de “deuda”, en puro sentido económico. Igual que uno, al recibir un préstamo, genera una deuda y por tanto un compromiso de futuro, la sociedad, para organizarse (algo que al “hombre de verdad nietzscheano” realmente no le hace falta) genera la noción de “compromiso” cuyo incumplimiento merece una compensación (esto es la “deuda”); una deuda no es más que aquello que compromete al hombre para que no actúe de modo dañino al conjunto de la sociedad. Cuando esta deuda no es económica, se la denomina “culpa” y genera la “mala conciencia”. Pero ambos conceptos, para Nietzsche, son extramorales: solo son necesidades sociales, sin valor moral. El acto antisocial se califica como “culpable” y genera una “especie de deuda interior” con el grupo que da lugar a la “mala conciencia”.

Pero, por supuesto, estos términos son asumidos por la religión (nueva sospecha de la religión) y transmutados (como los de “bien” y “mal”) en algo tremendamente diferente. De hecho, adquieren una connotación opresora que subyuga aún más a la clase esclava y la hace incapaz de librarse del sentido moral de la manera más tremenda: para expiar (pagar) la culpa “has de sufrir” y “has de ser humilde” y “arrepentirte”, darte cuenta de que “no vales nada”. Solo el “sufrimiento” compensa (como si fuera un problema económico) la culpa adquirida hal hacer el “mal”.

Inciso

Tiene razón Nietzsche cuando se queja de que parece que el sufrimiento posee un valor en sí mismo, y de que la predicación de la Pasión de Cristo (cuándo aborrece él esto) se apoya casi exclusivamente en su dolor. El dolor es completamente inútil (esto lo afirmo yo): esto debemos aprenderlo (de otro modo, le estamos dando argumentos a Nietzsche). El dolor es tan inútil como el placer: solo el acto voluntario tiene valor.

La salvación está en el corazón.

Cristo ha padecido para enseñarnos que en el sufrimiento también podemos encontrar a Dios. Pero Dios no es un sádico : es un padre. Dios no ama la pena de sus hijos. Lo que nos dice la Pasión de Cristo es que Dios también está cerca de nosotros en el dolor (que es inevitable). No le demos argumentos a la sospecha y no caigamos en la tentación de convertir el dolor en un valor. Ante esto se rebela Nietzsche, con toda la razón.

Fin del inciso

Como además es imposible sufrir lo “justo” si la culpa la hemos contraído con Dios… Pues la casta sacerdotal inventa el infierno como el “pago” de la culpa definitiva. ¿No es esto lo que piensan los cristianos? ¿que… como has ofendido infinitamente a Dios mereces (como si fuera una compraventa) el dolor infinito del infierno? Pues no: no es eso pero muchas veces lo parece.

Repasando el texto, me encuentro la frase (itálica de Nietzsche) hacer sufrir a alguien es la más alta forma de placer

Tercer ensayo: ¿qué significan los ideales ascéticos?

En la último parte, Nietzsche intenta buscar una explicación a la existencia de lo que él denomina los “ideales ascéticos” —que podríamos expresar como “la concepción del dolor, el sufrimiento y la renuncia como valores positivos”.

Lo más llamativo de este escrito final es la rebelión del autor contra su amigo Richard Wagner a causa de la composición de Parsifal, cuando había prometido una obra sobre “Los desposorios de Lutero”, en la que (según imaginaba Nietzsche) habría una gran celebración del placer, la sensualidad y la liberación del hombre. La aparición de Parsifal fue, para nuestro autor, una grandísima decepción; leer este texto es muy ilustrativo (cómo puede afectar tanto la frustración por una expectativa incumplida).

Nietzsche intenta entender (quizás explicar) la noción Kantiana y Schopenhaueriana de belleza como aquello que llena la inteligencia pero no mueve la sensualidad (dicho de manera muy burda) y el ideal ascético como la superación de la sensualidad por medio del sufrimiento. Para él, claro, esto es una negación de la plenitud del hombre (la Vida). Pero, a la vez, ve en esta negación la propia posibilidad de una cierta liberación: cuando uno forma parte de la clase esclava, la manera de significarse, de decir “existo YO”, no puede ser mediante la plenitud de la Vida (esta solo la posee la clase superior), sino mediante la individuación por cualquier medio y, el medio más cercano a la clase esclava es el sufrimiento. Por eso, la valoración (moral) positiva del sufrimiento permite al esclavo “individuarse” y “vivir”, de alguna manera. Aunque sea esclavo.

Pese a concebir la ascesis como una enfermedad, un gusano pútrido, una degeneración, Nietzsche insiste en que no deja de ser una expresión más de aquello que mueve el mundo: pese a ser nauseabunda, es el medio que la Voluntad de Poder usa para que incluso aquellos “vivientes” que están sometidos, “existan” de algún modo más real.

Sin que su existencia deje de ser la propia de los esclavos.

La Voluntad de Poder (de Vivir…)

En fin, Nietzsche, en sus propias palabras, cree en nada; para él este es el acto supremo de la Voluntad: los ateos se quedan muy atrás, pues ellos “no creen” y los agnósticos aun más (ni siquiera realizan un acto de voluntad). El acto definitivo de liberación, para él, es la creencia positiva en la nada. Y para él, lo que realiza el mundo y la vida es la Voluntad de Poder (ó de Ser, ó de Vivir, depende del contexto): solo esta mueve el mundo. ¿Qué es? Nadie lo sabe. Pero él la ha conocido.

Estoy satisfecho de esta lectura: he aprendido qué problemas se planteaba Nietzsche en torno a la moral y cómo explica su existencia. El estilo es agresivo, duro y directo; se lee con interés y, desde luego, es sugestivo. Apocalíptico, diría.

Índice

Comentarios (Disqus)

Comentarios gestionados porDisqus