Regalos de Navidad

Lo que son los contrastes…

La idiotez

La última idiotez buenista del New York Times (en la portada del 1 de diciembre de 2018) es convertir los regalos de Navidad en donaciones a “causas buenas”.

Bueno: no es exactamente el New York Times, es uno de sus autores estrella de Opinión, Nicholas Kristof. Pero ahí queda.

Bajo el subtítulo “Aquí está mi guía anual de fiestas para regalos con significado” (nótese que no hace referencia a la Navidad, por supuesto, es un escritor liberal, moderno y sin prejuicios de raza, sexo o religión); bajo dicho subtítulo, explica que

Estamos en la estación en la que nos infligimos unos a otros corbatas y perfumes que realmente nadie quiere, además de más de mil millones de dólares en tarjetas de regalo que no se utilizan. De aquí surge mi columna anual con sugerencias para “regalos con significado” que son más cálidos que cualquier bufanda.

Si se insiste en regalar un dinero en una tarjeta, ¿qué tal una para GlobalGiving, cuya página web lista proyectos de ayuda por todo el mundo? El receptor puede financiar un año de colegio de un niño nativo de la India, o a los niños de la calle de Ecuador, o los derechos LGBT en África Central.

O aquí hay otras opciones:

Ayuda a Puertorriqueños que no la han recibido (… sobre el Huracán María …)

Dar a los niños mejores cerebros (… sobre financiar el añadido de yodo al agua para mejorar la salud y el CI de los niños …)

Ayudar a niños refugiados (… varias sugerencias …)

Lucha contra el suicidio y la enfermedad mental (… con una breve historia personal de suicidio del hijo de unos amigos …)

Ayuda a indios americanos a terminar la Secundaria (… una fundación para ello …)

Ayuda para que los niños aprendan a leer (… otra fundación …)

Salvar vidas (… no podía faltar, puesto que la Administración Trump ha decidido recortar gastos públicos en contraceptivos …)

Y termina el artículo explicando

Lo que quiero decir es que hacer regalos puede ser excitante e incluso puede salvar vidas. La mayoría de nosotros no necesitamos más corbatas o pendientes y es mucho más emocionante darle a un niño un cerebro mejor, a una familia desnutrida un poco de larva de insecto rica en proteínas [sic] o a una madre que tiene una hemorragia devolverle la vida. ¡Felices fiestas!

El cristiano

En la novela “La Espada del Honor” (una trilogía sobre un caballero andante en la II Guerra Mundial), Evelyn Waugh describe una escena en que el abuelo (Mr. Crouchback) de un soldado (Tony) que ha sido hecho preso quiere enviarle algo de lo que le pide en una carta. Sin embargo, el abuelo descubre por su yerno (Arthur, el padre de Tony, miembro del Gobierno) que los prisioneros solo pueden recibir paquetes normalizados de la Cruz Roja y que, da igual que uno lo pague o no, van a recibirlos igual. Sigue:

“Dice Arthur que los paquetes son elegidos científicamente para que tengan las calorías adecuadas y que no puede haber una ley para los ricos y otra para los pobres cuando se trata de la prisión. Me parece que en cierto modo tiene razón.”

A lo que su interlocutora en la escena replica

“Supongo que en tiempo de guerra es lo propio compartir las cosas a partes iguales.”

Y Mr. Crouchback responde

“¿Por qué? Menos aún en tiempo de guerra, pensaría yo. Como usted dice, puede que el chico esté verdaderamente hambriento. Si quiere “Glucosa D”, ¿por qué no se la puedo mandar? ¿Por qué no puede mi yerno conseguir ayuda extranjera? Hay un hombre en Suiza que solía venir y quedarse en Broome año tras año [Broome es la casa familiar, n.t.]. Sé que le gustaría ayudar a Tony. ¿Por qué no debería? No lo entiendo.”

(…)

“Después de todo, cualquier regalo significa que quieres que alguien tenga algo que otra persona no tiene. Quiero decir, incluso si es solo una jarrita para la leche en una boda. No me sorprendería que lo próximo fuera que el Gobierno intentara prohibirnos rezar por la gente.” Mr. Crouchback consideró tristemente esta posibilidad y añadió: “No es que nadie necesite una jarrita de leche y aparentemente Tony necesita estas cosas que pide. Todo eso está mal. No se me da muy bien explicar las cosas pero sé que todo eso está mal.”

En fin, me quedo con la idea (que me parece totalmente cristiana) de que un regalo (y más por Navidad) es una muestra de exclusividad: quiero hacértelo a ti porque tú me importas.

Para hacer donaciones a obras buenas tenemos todo el tiempo. Y no son precisamente muestras de cariño.

Si Kristof no tiene amigos que sepan qué cosas le sobran, el problema es suyo.

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