Más cartas de/a Gerard Manley Hopkins

Sigo (tras un largo lapso) con algunas versiones en castellano de (partes de) cartas escritas por mi venerado Gerard Manley Hopkins; en este caso, más bien cartas escritas a él.

De E. Pusey, 20 de octubre de 1866

Comienzo con una sorprendente por lo grave de la afirmación que contiene, de la mano de nada menos que uno de los mayores (si no el mayor) impulsores del movimiento tractariano de Oxford (desde luego, el más importante de los que no se convirtieron al catolicismo): Edward Pusey. Hopkins le pidió una audiencia y este se la negó. Más tarde, recibió la siguiente carta (del 20 de octubre de 1866, pág. 123 de las obras completas de G.M. Hopkins de Oxford University Press, Vol. I), según parece porque Hopkins le dijo que había “rehusado” verle.

Mi querido Señor:

Le agradezco la personal amabilidad de su carta. No sería exacto decir que “rehusé verle”. Lo que decliné hacer es verle a usted simplemente para “tranquilizar a la familia”. Sé demasiado bien lo que esto significa. Simplemente le permite a un pervertido decirle a sus familiares “he visto al Dr. P. y lo que me ha dicho no me ha satisfecho”, cuando sabe perfectamente que tenía la intención de “no quedar satisfecho”, que venía con un propósito determinado de no quedar satisfecho. Esto es simplemente hacerme perder el tiempo y crea la impresión de que no tengo nada que decir. Ha sido, de hecho, cuando ha ocurrido, un gran abuso del amor que tengo por todos, especialmente de los jóvenes.

No doy respuesta a lo que dice, en una nota, porque sería aun más inútil. Tiene usted una gran responsabilidad. Quien sacará provecho de lo que está usted decidido a hacer serán los incrédulos.

Sinceramente suyo,

E.B. Pusey, 20 de octubre de 1866,

Coincido en que debería ser posible que los pobres discernieran la Iglesia: pero pienso que los pobres sienten igual que nosotros lo que nosotros sentimos como dificultades.

De J.H. Newman, 6 de diciembre de 1866

Hopkins escribe a Newman pidiéndole consejo sobre cómo llevar a cabo el proceso de su conversión, sobre si urge hacer o no un retiro, sobre si debe o no vivir con su familia, si es coherente terminar o no los estudios en Oxford… Newman, en una de sus cartas, le contesta (pág. 132 op. cit.):

Me alegro de que esté en mejor relación de lo que esperaba con sus amigos en casa… Le propuse que viniera aquí porque [creía que (n.t.)] no podía ir a casa —pero si puede estar en casa cómodamente, ese es el mejor lugar para usted.

No piense que no me alegraré de verle aquí incluso si solo puede venir para el día de Navidad… Respecto a su retiro, pienso que hemos tenido un malentendido mutuo… no me parece que haya ninguna prisa por él —su primer deber es terminar bien los estudios [(obtuvo una matrícula de honor, n.t.)]. Muestre a sus amigos de casa que convertirse al catolicismo no le ha inquietado respecto al deber evidente que tiene usted por delante. E, independientemente de esto, me parece que es mejor no apresurar una decisión sobre su vocación [(sobre si ser religioso, sacerdote, etc. n.t.)]. Resígnese a ser guiado por la Gracia de Dios paso a paso.

Del mismo, 14 de mayo de 1868

Ya convertido, Hopkins informa a Newman de su idea de hacerse jesuita. Recibe respuesta (pág. 178).

Mi querido Hopkins,

Estoy tanto sorprendido como contento por sus noticias. Si todo va bien, diré una misa por su perseverancia. Pienso que le encaja perfectamente. Está muy equivocado pensando que cuando yo le ofrecí aquí [(en el “Oratorio”, n.t.)] una “casa” yo soñaba con que tenía usted vocación para nosotros. A esto puedo decir claramente que no, desde el momento en que vino a nosotros. No diga que la “disciplina jesuita es dura”, le llevará al cielo. Los Benedictinos no le habrían convenido.

Le felicitamos todos
Siempre afectuosamente suyo,
John H Newman

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