Jimmy (Levine)
Parece ser que era un secreto a voces —eso dicen mis amigos músicos— que acaba de tener sus consecuencias graves: la Metropolitan Opera de Nueva York ha despedido hace unos días a James Levine como su Director Musical. Por las —al parecer fundadas— (tras una exhaustiva investigación) denuncias públicas por abusos sexuales a jóvenes subordinados hace años. Ya en diciembre había quedado en suspenso su relación laboral hasta que el Met llevara a cabo una investigación detallada. Se ve que ha sacado a relucir confesiones dolorosas.
Me parece que el artículo del Boston Globe que explica la situación es honrado, ponderado y claro. También es terrible.
Poder
En realidad, lo que se deduce del artículo que cito es algo que ya me habían explicado: este tipo de comportamientos no son debidos a la obsesión sexual por sí misma. Lo que la persona que abusa pretende, tal como me decían y como se trasluce por el texto del Boston Globe es dominar a sus subordinados. Una relación de ese tipo, que permanece oculta (como ha permanecido durante tantos años) genera una esclavitud intelectual y física total, que es casi imposible de superar salvo —como ha ocurrido— pasados muchos años y mucho sufrimiento. Además, cuando ese abuso viene acompañado de promesas y prebendas para el futuro, sean explícitas o implícitas, la adicción se convierte en una necesidad insalvable. El sujeto se vuelve un esclavo.
Suppose this could change your life, and it’s the best thing you’ve ever done
Imagínate que esto podría cambiar tu vida, y que podría ser la mejor cosa que hayas hecho
Según parece, eso le dijo Levine a una de sus víctimas cuando le propuso practicar sexo con él. Hay que ponerse en contexto: Levine es la gran promesa de la Dirección de Orquesta americana a finales de los 60 y sus víctimas eran miembros jóvenes de la orquesta que él dirigía por esa época. Desde luego, viniendo de quien después sería, durante 40 años, el Director Musical del Met, “hacer lo que él diga” parece una apuesta segura. Más cuando lo plantea como una experiencia liberadora y transformativa. Dejar de considerar el sexo como un tabú para considerarlo como algo que forma parte de la vida normal. Nada afectivo ni “ilegal” ó “malo”: sexo, sin más.
Para un joven de 17 años inseguro sobre su personalidad pero que profesionalmente tiene un líder, la palabra de éste es casi divina. Y en la época en que el sexo tenía que dejar de ser un tabú, ¿qué mejor hay que seguir su consejo, aunque me parezca raro?
Otro de los afectados dice:
It was your job, basically, to service him under the guise of improving your music playing…
Básicamente era tu trabajo, cubrirle so capa de mejorar tu interpretación musical … (el verbo “to service” tiene el doble sentido de “prestar servicio” y “cubrir sexualmente”)
Por supuesto, por mucho que fueran los años sesenta, los afectados no decían palabra y toda su vida tuvieron el sufrimiento dentro. Tremendo.
Claro que para un americano de esa época, inseguro como suele ser un artista de gran nivel, era muy difícil tener un guía que le liberara realmente.
Testigos
En este aspecto, el haber nacido católico y conocer las historias de los mártires es una ventaja que el agnóstico no tiene: los testigos (eso significa “mártir”) nos enseñan que puede superarse la presión. Que hay realidades más importantes que la vida o que el trabajo o que el futuro o que el poder. Que decir que no y negarse es liberador. Y, aunque parezca mojigato, que el sexo “sin más” no existe: todo acto sexual compromete a la persona entera (por eso la Iglesia insiste en que el acto sexual fuera del matrimonio es inmoral: no porque no le guste el sexo, sino porque conoce su valor).
Que no salva el trabajo ni la fama ni la gloria ni el dinero ni el placer ni el poder.
Salva Jesucristo.
A Pelayo, el niño mártir cuyos restos se custodian en el monasterio de benedictinas de Oviedo, el califa Abd al-Rahmán III le prometía de todo si renunciaba a la fe cristiana y accedía a sus deseos sexuales. Pelayo se negó y lo mataron. Su fiesta es el 26 de junio. Decía:
Sí, oh rey, soy cristiano. Lo he sido y lo seré por la gracia de Dios. Todas tus riquezas no valen nada. No pienses que por cosas tan pasajeras voy a renegar de Cristo, que es mi Señor y tuyo aunque no lo quieras.
Esto es lo que se me vino a la cabeza cuando pensé un poco sobre Jimmy y sobre Weinstein: hay testigos. No merece la pena. La libertad puede costar ganarla. Pero vale más que la vida. Y se puede.