Rigor (feminista)
Los Reyes me han traído una suscripción a una revista titulada The New Criterion. Os dejo una traducción a vuela pluma de un artículo sorprendente, comentario de uno de la directora del departamento de ingeniería de Purdue sobre el heterosexualismo en el rigor científico.
Como lo oyes. El abstract del artículo referido está aquí mientras que el original que traduzco es este.
Rigor mortis
Sobre los paramentos hetero-patriarcales del “rigor académico” en Purdue.
Si está pensando construir un puente, tenga cuidado si su ingeniero fue a la Universidad de Purdue. Donna Riley, la jefa del departamento de ingeniería de Purdue, ha avisado al mundo de que “rigor” es una palabra sucia. En un artículo para Engineering Education titulado “Rigor/Es: construir fronteras y controlar la diversidad con estándares de mérito”, la profesora Riley (autora, a su vez, de Ingeniería y Justicia Social) arguye que el “rigor” académico no es más que una pantalla para el “privilegio heterosexual masculino blanco”. Sí, de verdad. “El término”, escribe, “tiene una ascendencia histórica de referirse a la dureza, firmeza y erección; sus connotaciones sexuales —y sus lazos a la masculinidad, en particular— son innegables”. Sigue después una meditación verdaderamente surrealista sobre las depredaciones existenciales y sexuales de las reglas de cálculo —esos instrumentos duros y rectos que han sido usados tradicionalmente por hombres— y eructos periódicos como este:
El rigor puede ser una herramienta definitoria, que revela cómo ciertas fuerzas estructurales de poder y privilegio operan para excluir a hombres y mujeres de color, estudiantes con discapacidades, personas LGBT+ [me encanta el signo más], estudiantes de primera generación y de bajos ingresos, y estudiantes sin edades tradicionales.
Por supuesto, no solo el rigor molesta a la Profesora Riley. También está el “mismo conocimiento científico” que, de acuerdo con la Profesora Riley, “es sexista, racista y colonialista”. ¿Qué hay que hacer con este comportamiento indignante por parte de la Naturaleza? A juzgar por el ejemplo de la Profesora Riley, algo que habría que hacer es gimotear por lo injusta que es la vida para las mujeres y otros grupos “marginados”, preferiblemente usando un lenguaje repugnante y pleno de jerga. “Décadas de investigación etnográfica”, gime, “documentan un clima de microagresiones y de culturas blancas masculinas en la ingeniería”. También, esto va de por sí, se debe abandonar toda la maquinaria de análisis riguroso por algo más libre, más “creativo”. Los programas de Ingeniería, sugiere la Profesora Riley, deberían “terminar con” el ideal del rigor académico. “No se trata de reinventar el rigor sin de deshacerse totalmente del concepto para que podamos dar la bienvenida a otros modos de conocer. Otras maneras de ser. Esto va de criticalidad y reflexividad”. En 1996, Alan Sokal se burló de los editores de la revista moderna de crítica literaria Social Text y publicó un artículo titulado “Transgrediendo las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la Gravedad Cuántica”. Era un sinsentido deliberado y delicioso que argüía en un horrible dialecto de doble lenguaje académico que “la ‘realidad’ física, no menos que la ‘realidad’ social, es en el fondo una construcción social y lingüística” y que el “‘conocimiento científico’, lejos de ser objetivo, refleja y codifica las ideologías dominantes y las relaciones de poder de la cultura que lo produjo”. Cuando Alan Sokal desveló su inocentada, ocasionó gran hilaridad en el público, vergüenza en los editores de Social Text y, uno habría esperado, una saludable admonición para los académicos susceptibles. Pero el galimatías de la Profesora Riley va en serio. Su ensayo no aparece en una revista de ciencia ficción o en una publicación orientada a los habitantes de un sanatorio mental, sino en una revista que trata de ciencia. Esta mujer es la directora del departamento de ingeniería de una institución de educación superior. La moraleja es, suponemos, que las cosas siempre están peor de lo que parecen.