Endometriosis-

Traduzco este artículo del Guardian como muestra de aprecio a una amiga y a su marido. Ella padece la enfermedad y él le ayuda. También aprovecho para dar a conocer este sufrimiento tan ignorado.

Años de dolor, pero sin diagnóstico: la experiencia de una mujer con endometriosis

Katie Beales comenzó a sufrir mensualmente dolores incapacitantes desde los 14 años, cuando comenzó su primera regla pero ningún médico pudo explicarle qué iba mal. Uno le dijo que estaría haciendo demasiadas flexiones. Terminó teniendo que quedarse en la cama con dolor crónico y solo ahora, a los 25 años y tras una cirugía mayor, ha recuperado su vida.

“Desde mi primera regla tenía un dolor tan fuerte que me producía mareos y me atacaba al estómago”, cuenta. “Me quedaba tumbada en la cama, llorando. Mamá decía que era parte de ser una mujer y que yo tenía mala suerte, pero iba volviéndose cada vez peor y peor y peor.”

“No sé cuántas veces fui al médico en la adolescencia. Literalmente todos los meses. Me dieron todo tipo de analgésicos.”

Los médicos dijeron lo mismo que mamá, que era sencillamente normal. “Pensaba: ¿cómo puedo aguantar con este dolor? ¿Por qué me tiene que costar tanto? ¿Soy simplemente una cobarde?”

A los quince años le recetaron la píldora anticonceptiva, lo cual parecía absurdo, dice, pues ni tenía un novio ni era sexualmente activa. Pero enmascaró el dolor mientras tanto y pudo pasar por la secundaria y luego la Universidad. Pero no quería seguir tomando hormonas, así que dejó la píldora y las reglas extremadamente dolorosas volvieron. Pero aguantó los dolores mensuales y marchó a Australia con su novio, en plan mochilero. La cosa empeoró mucho.

“En Australia tenía dolor constante, crónico. Incluso despertarme era doloroso. Por entonces vivía en una furgoneta con mi novio,” cuenta. Los médicos de Australia le dijeron que tenía que ser una infección del tracto urinario o síndrome de intestino irritable. No lo era. “Llegó a un punto en el que quería volver a casa.”

Volvieron las visitas al médico. “Uno de mis médicos me dijo que dejara de hacer flexiones, pues mi problema era muscular,” cuenta. “Ni siquiera lo relacionaron con mis reglas. Tenía vómitos, dolores de cabeza, una hinchazón tan grande que parecía que estaba embarazada de cinco meses y me dijeron que era dolor muscular.”

Al final tuvo suerte, cuenta. Uno de los médicos de urgencias que la vio le preguntó si había oído hablar de la endometriosis. “Me mandaron hacer otra ecografía y no mostró nada pero por fin me dieron un volante,” dijo.

La operó un ginecólogo, encontró endometriosis, la extirpó y le dijo que a partir de ese momento estaría bien. “Tres semanas más tarde, ahí estaba el dolor otra vez.” Le dieron un volante para un centro especializado en endometriosis, donde la operaron por segunda vez, lo que le dio tres meses de respiro. Al final fue a un especialista privado y se sometió a una operación de seis horas, en la que el cirujano le extirpó tejido de la vejiga, de la uretra, del intestino, del útero y de las trompas de falopio.

“El 13 de septiembre será mi primer aniversario,” dice. “Tengo algo de dolor pero ahora todo es mucho mejor que antes. Era muy difícil intentar llevar cualquier tipo de vida normal.”

Trabaja a tiempo completo en una consultora del centro de Londres aunque un día a la semana lo hace desde casa porque aun necesita conservar su energía. “Soy una persona realmente ambiciosa y con proyectos profesionales. Tener una enfermedad como esa estaba robándome mi identidad. Me retrotraía y afectó a mi vida social y a la relación con mi novio. Antes de la tercera cirujía estuve en cama durante dos meses. Soy muy afortunada por todo lo que él ha hecho y continua haciendo tanto por mí, y es muy comprensivo. Estoy segura de que muchas parejas no lo son.”

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