Brexit
Nassim Taleb es un famoso experto en sistemas no lineales (es decir, en sistemas que no se comportan como “el sentido común” dice cuando se analizan sin las precauciones adecuadas). El ejemplo más sencillo de sistema no lineal —y el que más afecta a la población— es el interés compuesto: cuando realmente uno se pone a calcular el dinero que va a tener que pagar por una hipoteca o por un préstamo es cuando descubre lo que significa la no linealidad.
Taleb tiene varios libros escritos; el que le hizo más famoso entre el público es Cisne negro, en el cual viene a explicar que, especialmente en el mundo de las finanzas, hay creencias que subyacen en muchos negocios que son falsas y de las cuales se puede sacar mucho provecho o que, si se siguen a pies juntillas pueden llevar al desastre. El título proviene de la creencia (en Europa) de que no existían cisnes negros hasta que a finales del siglo XVII fueron vistos en Australia.
Más tarde ha escrito otros, el último se titula “Antifrágil”: una expresión con la que quiere defender que lo que la Naturaleza crea no son sistemas “robustos” sino “antifrágiles”: un ave no es algo sólido e irrompible; Sin embargo, es precisamente esa falta de robustez la que le hace posible volar y vivir. Lo mismo cualquier otro animal.
En fin: es un matemático que divulga principios de ciencia aplicados a finanzas y sociología. En las finanzas es bien conocido y respetado, sobre todo por su insistencia en no creer que los modelos matemáticos son la verdad (insistencia en la que yo también creo).
El Brexit
El referéndum sobre la permanencia en la UE que se celebró el 23 de junio en el Reino Unido fue una ocasión extraordinaria para comprobar varios asuntos:
a) Las encuestas no sirven para nada.
b) La “Inteligentia” no cree en la democracia que tanto defiende.
Aparte de las mentiras continuas de ambos campos (que son políticamente comprensibles aunque indefendibles), llevamos ya demasiadas elecciones en demasiados países en que las encuestas a pie de urna dan resultados absurdos. Esto tiene varias explicaciones: distorsiones partidistas (o bien por razón de los contratos) en las empresas y organismos que se encargan de ellas, o bien sencillamente incompetencia, a la que estamos demasiado acostumbrados en el mundo en el que vivimos. (A propósito de esto, como para fiarse de los sistemas de “Inteligencia Artificial”…).
Pero lo peor ha sido la reacción de la “Intelligentsia”. Da la impresión de que los que votaron por la salida eran tontos, necios, incultos, casi analfabetos. También racistas y gente enfadada que no pensaba con racionalidad… Quien votó salir de la UE fueron sobre todo (ahora que sí se conocen los datos) áreas con empleos manuales (por oposición a empleos de oficina). Es notable la distribución del voto en Londres (donde prácticamente nadie votó a favor de salir), por ejemplo. Pero el gráfico más claro es el del Guardian, con datos sobre ingresos medios, grados profesionales, educación… Claramente el Brexit lo ha ganado “el pueblo”.
Esto ha puesto a la “Intelligentsia” de morros y, claro, ha habido mucha gente que ha dicho que “no puede ser” que quien no sabe nada tome decisiones sobre algo tan grave.
A esta “Intelligentsia”, Taleb los llama los IYI (Intelligent Yet Stupid) y tiene varias frases redondas sobre ellos. La del Brexit es: “Cuando la gente vota como la élite IYI, es democracia. Si no, es que está confundida, es irracional, está llevada por el populismo y por su falta de cultura.”
Yo me alegro
Me alegro por una razón doble: primero porque como amante del Reino Unido no deseo verlo formar parte de un conglomerado ficticio que ha generado una burocracia artificial que está mal preparada para gestionar la cantidad de dinero que gestiona y que, sobre todo, pretende abarcar mucho más de lo que es realmente esperable en un batiburrillo de países que ni siquiera comparten una lengua.
Pero la segunda razón me parece más importante: me alegro de que haya habido un referéndum y de que la gente haya decidido no transferir a una entidad burocrática poderes que deben permanecer en el territorio legal del Estado salvo que haya una consulta.
Me alegro porque el Reino Unido ha puesto sobre la mesa que hay instituciones que no pueden transferirse por un medio acuerdo internacional, que es lo que ha hecho la Unión Europea hasta ahora. La eliminación de fronteras (algo bueno, pienso), la existencia de un tribunal supraestatal (que puede ser algo bueno pero puede que no)… son decisiones que no pueden estar sujetas solamente al Parlamento, a mi entender, porque son decisiones de una naturaleza indelegable, al superar lo ordinario y afectar a la noción de Estado tal como la conocemos ahora.
Pero lo peor. Lo peor, aquello que no perdonaré nunca (políticamente hablando) es que España (y muchos otros países) han abandonado su poder y derecho de acuñar moneda por un acuerdo de gobiernos, sin consultar al Pueblo.
El gobierno no es el dueño del Estado.