Padrenuestro

Ya dije en su día que no ofende el que quiere sino el que puede (y lo dije a santo de un problema serio, como eran los atentados contra Charlie Hebdo).

La “Asociación Española de Abogados Cristianos” ha presentado una denuncia ante la Fiscalía de Barcelona contra la alcaldesa de Barcelona y contra la poetisa Dolors Miquel por, supuestamente, atentar contra los sentimientos religiosos.

Me parece fatal.

Cuando un niño pequeño grita, todo padre con sentido común sabe que la manera más efectiva (no necesariamente la más rápida) de hacerle callar es no hacerle ni caso. No hace falta remitirse a Pavlov para saberlo, es mucho más sencillo.

Ofenderse (o “sentirse ofendido”) por una idiotez tan supina (y una falta de arte y de originalidad tan burda) es no saber lo importante que es la religión y lo poco importante que son las salidas de tono.

“Pero lo hizo para ofender…” —se me puede objetar. Aparte de que juzgar las intenciones no forma parte de mis planes a corto plazo, debo decir que desear ofender con una actuación tan elemental manifiesta una gran falta de creatividad. Y, además, permitir que esta estupidez te ofenda es, en caso de que hubiera dicha intención, darle pie a que lo repita y a que vuelvas a sentirte ofendido. ¡Como si no hubiera cosas más importantes para un católico que preocuparse de lo que diga cada individuo (con perdón)!

Cuanto más te piques, más lo harán (y, al final, los jueces, con razón, les darán la razón: ¿por qué se ofende usted? ¿no dice que está por encima de estas cosas, su religión?). Ay, cristiano, dedícate a santificarte y no pierdas el tiempo en sentirte más herido de lo que el propio Dios se sentiría.

Deja de ser un puritano y ponte a trabajar por vivir la caridad con tu prójimo (que, dicho sea de paso, comienza por los católicos).

Echo de menos ser minoría.

Por cierto, ¿hablamos de T.S. Eliot?

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