Aborto

Esta semana he leído dos textos que me han impresionado.

La gaya ciencia (esto es un encabezado)

Hay personas que no creen en la resurrección de Cristo pero creen en “el método científico.” Desde luego a mí no han de darme ninguna explicación pero, como científico que soy, me río del método.

Lamentablemente, esas personas —y sus declaraciones— impactan mucho en la gente sencilla. Y es la gente sencilla la que me preocupa: son la mayoría y son los más expuestos al daño de quienes o bien son malintencionados o bien son más ingorantes de lo que deberían. Es la viuda sin hijos de setenta años quien me preocupa. El adolescente cuyos padres no han sabido darle las pautas necesarias para llevar una vida feliz —virtuosa. Es el trabajador siempre demasiado ocupado que no ha tenido la opción de proveerse de una cultura profunda. Todos estos me preocupan porque son el blanco fácil de los demagogos.

Os brindo la siguiente sandez (que es un resumen, claro) , dicha por un “científico experto en cáncer.”

Puesto que el método (basado en la ciencia) para decidir si se pueden extraer los órganos de un cuerpo para su transplante es que el encefalograma sea plano, podremos utilizar el mismo principio para decidir si el embrión es o no un hombre. Y como el embrión no tiene “un encefalograma distinguido” hasta la semana veintitrés de desarrollo, entonces el embrión no es una persona viva hasta ese momento. Así que hasta ese momento se puede hacer lo que se quiera con él. Ciencia pura y dura.

Me parece que dedicarle tiempo a esta solemne idiotez es importante porque engaña a la gente sencilla. Claro, es ¡ciencia! Si no te postras y la adoras, eres un talibán religiosista fideísta ignorante y estás imponiéndonos tu opinión.

Me gustaría que el científico en cuestión me respondiera a algunas preguntas: ¿Desde cuándo el criterio para decidir el final de algo es el mismo que para el comienzo? ¿Sabes cuál es la diferencia entre “poder llegar a ser un hombre desarrollado” y “no volver a poder ser un hombre”? ¿Si el embrión es un ser vivo —como se desprende de que viva, aunque sea unos instantes, fuera del útero—, a qué especie pertenece? Las especies se diferencian, entre otras cosas, porque los individuos son fértiles y su descendencia lo es (y este principio científico es mucho más radical que el legal del encefalograma). Imagino que, puesto que un niño de dos años no es fértil, todavía no es humano: podríamos eliminarlo sin problemas.

Lo que ocurre cuando desprecias la metafísica y los conceptos de ser en acto y ser en potencia ese que afirmas idioteces creyendo que eres sabio. Y eso sí es un problema. Pero no es el mío.

Eso sí, en la foto sale con un micrófono muy chulo, una credencial de un congreso y ante una imagen apabullante de lo que parece ser una fotografía con microscopio de un tejido. ciencia.

Sí: es mejor burlarse del método científico cuando uno conoce la realidad de las publicaciones de alto nivel.

No les votes… ¿seguro?

Por otro lado, un buen conocido mío ha escrito en su blog particular, dedicado especialmente a la familia, unas ideas que él titula “la vida y el derecho a la vida son verdades relativas.” Esto ha suscitado gran dolor en determinados círculos católicos.

El obstáculo que tenemos los profesores universitarios es hacernos entender por escrito. Al dar una clase es más sencillo: hay interacción directa con los oyentes y se aprecia si el mensaje ha llegado o no. El texto escrito no permite esto y es susceptible de ser malinterpretado sin que el autor se aperciba. Me temo que es lo que ha ocurrido en este caso.

Joan Carreras salía la paso de tanta gente que, en este país, ha exigido a políticos católicos que abandonen el Partido Popular tras la negativa del gobierno a modificar la ley del aborto según se había comprometido. La manera de salir del paso era intentar aclarar teológicamente que el valor de toda verdad se subordina al valor de la Encarnación del Verbo (del Evangelio, si se quiere) y que solo a la luz de la Encarnación tienen valor de verdad.

Uno puede estar más o menos de acuerdo con lo que digo en el párrafo anterior (al fin y al cabo, dicha expresión no es más que una afirmación teológica “límite” y no algo que, en mi opinión, pueda tomarse como punto de partida de una argumentación).

Me parece que lo que quería decir Joan Carreras es que la actuación política no puede estar regida por los principios religiosos en abstracto porque la política es, de por sí, ajena a la religión —dad al César lo que es del César, vaya. Según aquellos que exigían a ciertos ministros su salida del partido del gobierno, solo se puede hacer política si explícitamente la agrupación a que uno pertenece se opone directamente al aborto. Lo que intentaba Carreras decirnos es: justamente esa opción es la que no es política porque, sobre todo, no es realista. Los hechos —y a los hechos hay que atenerse— son claros: en España los partidos políticos nacionales con posibilidades de participar en el gobierno o bien son claramente promotores del aborto o bien, sin promoverlo, no hacen una defensa positiva del no nacido, como hemos experimentado. ¿Tiene prohibido todo católico votarles a todos ellos? ¿Qué es la política? ¿Ha de estar condicionada la actividad política real de un español católico a que se defienda positivamente la vida desde la concepción? ¿Por qué? ¿Es el valor de la vida un absoluto sin el que es imposible hacer política? ¿Qué es un absoluto, por qué lo es y debe convertirse en un arma? Esta última pregunta es la clave para Carreras.

Me parece que hemos de aprender, los católicos de este país, a hacer política más allá del catolicismo. A entender correctamente nuestro papel como ciudadanos y como políticos. A no imponer nuestra fe ni nuestros principios morales: la fe no se impone, se propone. Y, en política, se hace lo que se puede.

Dice Carreras que es más importante, en política, la defensa de la libertad que la defensa de la vida. No sé si estoy de acuerdo pero me parece que sí. Porque si algo nos ha enseñado el siglo XX es lo que es capaz el hombre de hacer en un estado totalitario. De cualquier color y sesgo. Y es totalitaria cualquier situación que impone sus principios en la vida ordinaria. A quien sea. Por la razón que sea.

Exigir a los demás una decisión política por motivos religiosos es fundamentalismo. Exigirle a alguien un tipo de voto por motivos religiosos es fundamentalismo. Si el argumento político se basa en la religión, entonces no se está respetando la libertad. Si defiendes la vida en el ámbito político por motivos religiosos, ni sabes lo que es la vida, ni sabes lo que es la política, ni entiendes de religión.

Por ello es esencial que la defensa de la vida del no nacido se fundamente en principios científicos, filosóficos y morales previos a la religión: para que pueda haber diálogo y no imposición.

Entiendo que hoy quizás no he sido tan claro como podría. El tiempo.

Os dejo los siguientes enlaces:

  • El texto del encefalograma.
  • El argument de Joan Carreras, que encuentro algo confuso.
  • El gran escándalo de quienes no entendieron el anterior.
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