El Palacio de la Magdalena

No está en Santander. Al menos el que constituye el contenido de este texto.

El Hotel Palacio de la Magdalena está en Soto del Barco, a unos 7km de Pravia, en la desembocadura del Nalón —en la Ría del Nalón, propiamente dicho.

Hace algo más de un mes fui allí a pasar diez días, como parte de un tratamiento de descanso exigido por mi salud: en mayo tuve una recaída en mi trastorno depresivo/ansioso y en verano no pude recuperarme como esperábamos tanto mi psiquiatra como yo, así que hube de pedir la baja laboral y aun sigo en esta situación. Tomo ocasión de este escrito para agradecer a mis compañeros de trabajo su comprensión y apoyo.

El caso es que decidí ir allí a pasar diez días porque había estado tres en el mes de junio (para tomar el aire) y me pareció un lugar extraordinario, no solo por su ubicación y por sus instalaciones —cualquiera que visite su página web tendrá una idea bastante aproximada— sino por el trato y, por qué no, la comida.

Pongo una foto de la vista principal de la Ría del Nalón en un día cualquiera. Esta vista es desde la terraza principal del aparcamiento.

Así da gusto

Descansé como un rey. El tiempo acompañó —la foto fue tomada con bruma a propósito— y pude hacer algo de ejercicio por la mañana y leer un montón. Comencé La Regenta y casi lo terminé (solo tuve que seguir un par de días después) y, a la vez, durante las comidas, leí Retorno a Brideshead, por quinta o sexta vez. Al haberlo leído tantas veces, esta última novela me produce un placer especial —imagino que quien tenga libros releídos múltiples veces sentirá algo parecido: el reconocimiento de un aroma largo tiempo olvidado o la escucha de una sinfonía preferida una vez más.

Pero no voy al grano (como nunca diría mi madre).

Una parte esencial de mi descanso de esa breve temporada fue el trato que recibí por parte del personal. Conocí por el nombre a Azucena (la directora), Saray (¿Sarai? lo siento, no lo sé), Abraham, Ana, Jorge, Isaac y Albano. Sé que también me atendió otra mujer en la recepción pero no me presenté y solo nos vimos una mañana, me parece. Conocí a más miembros del personal pero no nominalmente.

Todos ellos. Todos ellos me trataron como a un marqués. Las personas que hicieron mi habitación trabajaron exquisitamente. Indiqué dos pequeños asuntos de mantenimiento y el mismo día fueron resueltos.

Pero, por supuesto, con quienes más tiempo pasé fue con Ana, Jorge e Isaac, que eran quienes atendían el comedor, la cafetería y la sala de desayunos (me parece que esos días había alguien de baja). Los tres cuidaron de mí con gran confianza, con gran respeto y con la simpatía propia de la región. ¡Cómo me alegro de haber venido a vivir a Asturias! Me sentí —y creo que esto es un elogio imporntante y por eso lo digo— tratado con la misma o mejor calidad que en el Parador de Cervera, hotel al que he ido asiduamente con mi madre estos últimos años (yo la invito a ir y ella paga, es un arreglo que nos conviene enormemente a los dos…). Todas mis comidas y cenas fueron una delicia, y no solo gracias al cocinero (Albano) sino gracias a la vez a la atención, la dedicación y el esfuerzo notable que hicieron los tres (Ana, Jorge e Isaac) por servirme, darme gusto y, si hacía falta, darme conversación.

Realmente me sentí un privilegiado.

Además, tuve ocasión también de hablar un rato con la directora (Azucena) y me impresionó su calidad humana y su espíritu gestor, y lo que interpreté, creo que sin equivocarme, como una gran capacidad de compatibilizar la firmeza necesaria en cualquier directivo con la también exigible delicadeza hacia el personal a su cargo.

En fin: tan bien salí que lo primero que pensé fue en escribir este texto. En realidad lo primero que hice fue escribir una reseña en Booking y con ello terminé cansado. Casi un mes después llevo a cabo mi propósito.

Si venís a la costa centro-occidental de Asturias, creo que este es el alojamiento óptimo.

No hablo del Spa aquí porque quería centrarme en la experiencia de hostelería y personal. Es un circuito de una hora y media y tampoco tengo capacidad de comparación: lo único que conozco parecido está en Japón y son instalaciones diferentes. Para mí muy bien.

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