Sembrar

El evangelio de hoy es el del Sembrador.

Llevo años tratando de saber cómo decir esto de manera objetiva, sin que parezca una llantina o una crítica infantil. No lo consigo, así que voy a decir lo que pienso y cada palo que aguante su vela.

Hacer política desde la división, la rabia y el enfado es no solo una injusticia sino dañino.

Conseguir que las familias no puedan hablar en paz de sus diferencias de ideología es diabólico.

Sembrar la discordia simplemente porque alguien piensa distinto y acusar a quien piensa diferente de todo aquello que la Constitución decidió olvidar es injusto, doloso, ruin y muy probablemente malicioso.

Más ruin aun es señalar los privilegios de otros como injustos desde la misma posición de posición de privilegio. Y mostrarse enfadado, irritado, irascible y maleducado simplemente porque otros partidos o personas tienen ideas distintas.

Sembrar odio y división a costa del pasado en un estado con una esperanza de vida de más de 80 años y en el que la población puede confiar en la Policía y en el funcionamiento de la Administración Pública es despreciable.

Sembrar cizaña: justo lo contrario del trabajo del Sembrador de hoy.

Lo peor es que la cizaña, como toda mala yerba, crece en cualquier parte y muy fácilmente. Es lo que hemos visto.

Y así ha terminado España: dividida, escindida, rota. Qué fácil ha sido.

¿Qué siembras tú, mi hermano, mi amigo?

Índice

Comentarios (Disqus)

Comentarios gestionados porDisqus