San Juan Evangelista — Hispano

El 27 de diciembre pasado, en la iglesia de Santianes del Rey Silo, se celebró la misa de san Juan Evangelista siguiendo el rito Hispano. Yo asistí como acólito, invitado por Gaspar, el párroco, organizador y uno de los celebrantes.

Uno de los motivos era permitir al director de la tesis de Gaspar, el Prof. Norberto Valli, sacerdote diocesano de Milán y profesor del Pontificio Ateneo Sant’Anselmo, donde está haciendo Gaspar su tesis, digo permitirle ver cómo se celebra la Eucaristía siguiendo el rito Hispano tal y como se conservó en la Diócesis de Oviedo desde tiempos de la invasión musulmana de la Península. Por cierto, es una tesis en Liturgia en el lugar para estudiar Liturgia y doctorarse, San Anselmo. Es tan buena que ya está ya dando clases allí antes de defenderla… no lo digo yo, lo dice la página web del Ateneo, donde pone “R.D. Muñiz Álvarez Gaspar”, entre los docentes invitados en cursos de especialización.

Así que el 27 de diciembre nos reunimos en Santianes para la celebración.

Previamente habíamos estado conociéndonos como se conoce la gente que desea hacerlo: comiendo. Tras enseñarles Gaspar los monumentos prerrománicos del Naranco a don Norberto y sus dos acompañantes, además de a Manu, quien también vino para conocer al maestro de Gaspar. Esta era otra de las razones para el encuentro, que ambos se conocieran, pues Manu es quizás el mayor experto en rito mozárabe de España (y, por ende, el mundo entero), amén de un gran amigo de Gaspar.

En fin, que voy a terminar sin hablar de san Juan.

El caso es que estuvimos comiendo: partiendo y compartiendo el pan. Estaba también Henrique, un amigo de Gaspar y mío. Todos hablaban italiano menos Henrique y yo, que seguimos lo que pudimos la conversación (mucho mejor de lo que yo pensaba, dicho sea de paso). Esto de compartir el pan es para mí crucial y casi siempre ha marcado el comienzo de un trato afectuoso con alguien. Hay mucho de humano en ello, y por tanto, también de divino. En fin, que comimos a gusto, aunque un poco apretados de tiempo, aunque nos colaron porque Gaspar tiene, entre otras cosas, muchos amigos y mucha cara, y salimos disparados para Santianes con el tiempo justo.

No es por nada, pero estoy realmente orgulloso de que Manu me reconozca como amigo suyo. Por mil motivos, quizás el más importante porque ha estado muy enfermo y, a través de Gaspar, lo ha compartido conmigo. Si le conocierais tendríais envidia de que yo pueda decir esto.

Y san Juan esperando, claro. Pero llegar, llegamos, y además, creo recordar que teóricamente, con margen.

Pero una cosa es llegar y otra llegar a tiempo. La misa estaba prevista para las cinco y media y nosotros llegamos a y veinte; algo justos, pues había que explicar un poco el rito a los asistentes —la iglesia estaba abarrotada de gente, cosa que me satisfizo un montón, pues pienso que el rito debe conocerse y vivirse, y que esta diócesis tiene el deber de fomentarlo: a mi parecer, mucho más que Toledo, pues aquí sobrevivió durante tres siglos. A ver si en el Obispado se ponen de verdad las pilas.

Manu fue quien dio la explicación. No puedo hablar sobre ella porque yo estaba a otros asuntos, como repartir los folletos, intentar encontrar incensario (no había, gran pena pues Gaspar tenía incienso de los Santos Lugares), ponernos las albas, etc.

Don Norberto concelebró hasta la consagración desde un banco, para poder ver claramente el discurrir de la Eucaristía y apreciar los matices del rito.

¡Qué misa!

Solo me acuerdo de un par de detalles. La primera lectura, que proclamé yo, una preciosidad del libro de la Sabiduría, no recuerdo si del capítulo 10 ó del 15, pero un texto perfecto para ensalzar la Sabiduría Divina que protege e ilumina a quien sirve al Señor. Sorprendentemente, fui bien consciente de lo que leía —es frecuente que no me entere de nada, cuando leo desde un ambón— y lo disfruté.

El otro detalle eran las diversas oraciones dirigidas al Padre, fuera del la anáfora (los dípticos). No hay nada similar en el rito Romano. Es cierto que la celebración fue larga, no lenta, y que no corresponde a lo que el pueblo de Dios puede celebrar diariamente en el siglo XXI. No, el rito Romano no habla así ni de lejos con el Padre. Qué claridad, descaro y sencillez. Y, dicho sea de paso, sin haber leído con detalle el texto, creo que la traducción es más que correcta. Al menos, lo que se decía allí tenía riqueza, estilo, gusto y fe. Qué gran suerte haber conocido este rito. Qué responsabilidad la del Obispado.

Lo mejor fue que, tras el final, cuando llegaron a la sacristía los celebrantes, don Norberto vino a despojarse del alba con una sonrisa enorme y diciendo con claridad: esto no tiene nada que ver con lo que hacen en Toledo. Hay que saber que él es un experto en el rito Ambrosiano (el de Milán) y que ha asistido a celebraciones en Toledo. Y sabe discernir cuándo una parte de un rito ha sido reconstruida con ayuda del rito Romano. Estaba encantado de haber podido ver cómo se celebra aquí y todos, claro, estábamos más que satisfechos viendo que el esfuerzo de Gaspar por restaurar el rito y adecuarlo al tiempo actual era alabado por, quizás, quien más certeza le da de estar siguiendo el camino adecuado.

Después de la celebración fuimos a Pravia, pues Gaspar debía celebrar la misa de 7:30, pero un colega le sustituyó amablemente para que pudiera hacer de huésped con su maestro. Otra conversación riquísima, en la que Manu pudo hablar con don Norberto con libertad sobre el rito, la historia de la liturgia en Europa, la liturgia en sí… Gracias a esta conversación, es posible que Manu termine dando clases donde se merece (san Anselmo). Hasta ahora ha estado centrado, sobre todo, en ayudar en su diócesis (Madrid) pero pienso que también debe ascender a las ligas superiores.

Y ahí les dejé yo: me quedé a dormir en Pravia porque, realmente, no daba para más. Ellos volvieron a Oviedo a cenar para, al día siguiente, Dios mediante, ir a Covadonga.

Pero Dios no medió de esa manera.

Todo lo que sigue lo cuento de oídas.

Durante la cena, a eso de las 9:30, don Norberto llamó a su madre, como algo que hacía diariamente para asegurarse de que estaba bien, etc. Pero no contestaba… Ni una vez ni otra… Nerviosismo. Llamada a los hermanos. No les contesta a ellos tampoco. Hay que ir. No se puede abrir, hay que llamar a los bomberos.

Dios medió llevándose a la madre de don Norberto sin que él pudiera acompañarla.

Gracias a Dios se pudo conseguir un vuelo para los tres esa misma noche a Milán.

Gaspar se ha comunicado después con él. No voy a romper la confidencia de la amistad pero… vaya suerte he tenido de conocer a Norberto Valli. No solo por lo que vi, que ya me produjo una impresión excepcional, sino por cómo ha vivido la muerte de su madre y cómo se ha preocupado de que Gaspar no se apure.

Qué suerte tengo con mis amigos y sus amigos.

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