Barcelona

El sintagma de Hugo Grotius “etsi Deus non daretur” (que, en el original significa claramente “aunque Dios no existiera”, no el mal traducido “como si Dios no existiera”) ha sido continuamente utilizado para explicar al mundo que parece más lógico con la mentalidad moderna vivir como si Dios no existiera. Cosa sorprendente pero impuesta en todos los sectores de la sociedad moderna. Sobre todo en la legislación.

A raíz de los atentados de Barcelona, se me ha venido muchas veces a la cabeza la mala interpretación de la frase. Esto es consecuencia directa de pensar, una y otra vez, en el lema (no utilizado de hecho) “keep calm and carry on”, creado por el Ministerio de Información Británico durante la Segunda Guerra Mundial. Este lema es intersante porque transmite la idea principal que el ciudadano corriente necesita tener ante problemas que él no puede resolver: tranquilo, sigue haciendo tu trabajo.

El ciudadano corriente no puede resolver (de manera directa) el problema del terrorismo, sea islámico, etarra, nazista o —supongámoslo— cristiano.

Ante la imposibilidad de actuar de una manera directa, se impone la calma.

Coherencia

Hay un gran número de realidades ante las que el ciudadano corriente vive como si no existieran. Hagamos un elenco:

  • Muertes por tráfico. En 2016, en España, hubo 67 ciclistas muertos, 343 motoristas, 389 peatones y unos 1000 muertos en coches, camiones o autobuses.

  • En 2017 murieron en España 283 adultos en ahogamientos accidentales (mar, piscinas). Solo en junio de 2017 hubo 69 en total.

  • En los ocho primeros meses de 2016, solamente por caída, murieron 31 personas en su puesto de trabajo. Por quedar aplastados o atrapados, 35.

  • Murieron en 2017, por complicaciones de la atención médica y quirúrgica (dato del INE), 246 personas.

  • Por envenenamientos accidentales (i.e. no sobredosis), hubo 160 defunciones en 2016.

Todas esas muertes ocurrieron en circunstancias normales y, siendo accidentales, no eran previsibles (algunas de ellas, obviamente, pudieron ser autoinfligidas u homicidios pero serán las menos). En todos los casos, especialmente en el de la muerte por tráfico, hemos de ser honrados y aceptar que, de hecho, se vive como si el peligro no existiera (he eliminado los menores muertos por ahogamiento porque los padres sí suelen preocuparse).

Sin embargo, en el momento en que hay un atentado terrorista, la ciudadanía dedica horas y horas a preocuparse y a pensar que hay que hacer algo.

Desde luego, algo hay que hacer, pero ¿lo puedes hacer? Entonces ¿por qué te preocupas?

¿Por qué no dedicamos el mismo tiempo todos los años a exigir al gobierno que prohíba la conducción con cualquier índice de alcoholemia en sangre? Esto es más fácil de lo que parece: un sencillo dispositivo serviría para garantizar que quien conduce un vehículo no tiene nada de alcohol.

¿Por qué no se ponen límites a las zonas de baño en las playas? ¿Por qué no se prohíbe una asistencia máxima baja a una piscina?

¿Se puede hacer algo para evitar las caídas mortales en el trabajo o los aplastamientos? Sí, se puede. Pero ¿nos preocupa? (Y miro ahora a los trabajadores de la construcción y, sobre todo, a sus patrones).

¿Alguien se ha preocupado al leer el dato sobre los envenenamientos accidentales? ¿Nos preocupamos por ello? No: pensamos en ello y, sobre todo las madres de familia, estudian y aprenden. Pero no se pone el grito en el cielo.

¿Qué hacer?

Nada. El ciudadano medio no puede ni debe hacer nada más que seguir viviendo como si el terrorismo no existiera. Igual que seguimos viviendo como si la muerte en la carretera no existiera: tenemos prudencia, aprendemos a conducir y no dejamos de hacerlo.

Lo único que echo en falta es un buen sistema de educación en el que el ciudadano sepa qué hacer. Una buena idea que han tenido en el Reino Unido son los carteles con un mensaje bien simple: corre, escóndete y avisa.

Es lo único que necesitamos: educación en que nos alejemos y avisemos a la policía (que es quien sabe enfrentarse al problema).

Del mismo modo que, si ves a alguien ahogándose en la playa, lo primero que debes hacer es avisar, no intentar ayudarle. Salvo que realmente sepas. De lo contrario, en lugar de uno, habrá dos problemas.

Y seguir viviendo igual.

Lo grave no es tener miedo. Es que él guíe nuestros actos.

Vivir como si el terrorismo no existiera. Esa es la victoria.

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