Muerte asistida

Como ya dije en una entrada previa, a instancias de un miembro de la Cámara de los Lores, Lord Falconer, se está discutiendo en el Reino Unido un proyecto de ley sobre muerte asistida (la expresión inglesa es assited dying). No se trata, en sentido estricto, de una propuesta sobre eutanasia ni sobre suicido asistido, como explica la página web oficial de la campaña que promueve la nueva ley. Aunque es difícil encontrar la diferencia con el segundo concepto. En palabras de los promotores

Assisted dying is when a terminally ill, mentally competent adult, making the choice of their own free will and after meeting strict legal safeguards, takes prescribed medication which will end their life.

que puede traducirse:

La muerte asistida es cuando [sic] un adulto mentalmente capaz que está terminalmente enfermo, eligiendo por propia voluntad y cumpliendo salvaguardas legales estrictas, toma fármacos a él recetados que terminarán su vida.

Es difícil, digo, conjugar cómo esta expresión no es suicidio asistido, cuando se supone que el médico prescribe fármacos que matan al paciente (eufemísticamente, terminan su vida).

Jugar con el lenguaje y los sentimientos

Es esta una de las tácticas más burdas y desagradables que pueden utilizarse para presionar a favor de una opinión. No será la última vez que nos la encontremos, me temo…

Without a change in the law, dying people will suffer against their wishes at the end of life and will continue to make decisions without the advice of medical or social care professionals.

Que quiere decir:

Sin un cambio en la ley, moribundos sufrirán contra sus deseos al final de su vida y seguirán tomando decisiones sin consejo médico o de asistentes sociales profesionales.

Permítaseme decir que esto es una perogrullada y que, incluso cambiando la ley, va a seguir ocurriendo. La traducción es “mala” de intento para transmitir el sentido literal del original, que no se refiere a todos los moribundos, de manera lamentable. Tal afirmación ha sido y será siempre verdad. Sea cual sea la ley.

Por otro lado, se explica que

All of these people are denied the choice of a safe assisted death in their own home, surrounded by those they love, at a time of their choosing.

Que significa:

A todas estas personas se les deniega la elección de una muerte asistida segura [sin riesgos] en su propia casa, rodeados por sus seres queridos, cuando ellos escojan.

Poética y aparentemente humanitaria expresión. Se les está denegando la elección de suicidarse —no nos engañemos, eso es lo que se está diciendo, bellas palabras aparte. Lo que no tengo tan claro es que esta elección sea algo que la sociedad les debe (i.e. un derecho).

Por último, los proponentes enuncian que

The legalisation of assisted dying will give dying people greater choice and greater protection by introducing up-front safeguards that check for abuse and coercion before somebody dies.

es decir,

La legalización de la muerte asistida dará a los moribundos más opciones y mayor protección al introducir claras salvaguardas para evitar tanto el abuso como la coacción previos a la muerte.

Es sorprendente cómo puede darse “mayor protección” que ahora —cuando se protege totalmente su vida— a alguien a quien se está ayudando a morir pero vivimos en una era acostumbrada al doublespeak de 1984 —decir mentiras de modo deliberado a la vez que se cree en las propias mentiras.

Detalles

Por supuesto, no nos conformamos con una página web para juzgar el contenido de un proyecto de ley. Este mismo entra en los necesarios aspectos concretos que especifican la casuística. En concreto, para el texto, un enfermo terminal es alguien que

(a) has been diagnosed by a registered medical practitioner as having an inevitably progressive condition which cannot be reversed by treatment (“a terminal illness”); and
(b) as a consequence of that terminal illness, is reasonably expected to die within six months.

Es decir, alguien que

(a) ha sido diagnosticado por un médico colegiado con una enfermedad inevitablemente progresiva que no puede revertirse con tratamiento (“una enfermedad terminal”); y
(b) como consecuencia de dicha enfermedad terminal, se espera razonablemente que morirá en menos de seis meses.

Explica también que un tratamiento paliativo temporal no es un tratamiento de reversión de la enfermedad.

Entre las medidas de salvaguarda que el proyecto plantea está el requisito de que sean al menos dos médicos independientes quienes certifiquen por escrito el carácter terminal de la enfermedad y la voluntariedad explícita del enfermo de querer morir, etc. Como siempre, esto parece muy estricto y difícil de subvertir cuando se lee sobre un papel pero no hemos nacido ayer.

Los detalles son siniestros, necesariamente. En concreto, referido al momento mismo de la administración de los fármacos:

an assisting health professional may—
(a) prepare that medicine for self-administration by that person;
(b) prepare a medical device which will enable that person to self- administer the medicine; and
(c) assist that person to ingest or otherwise self-administer the medicine;
but the decision to self-administer the medicine and the final act of doing so must be taken by the person for whom the medicine has been prescribed.

Vale decir (y nótese el perverso uso de la palabra “medicina”, “médico”…):

un sanitario profesional asistente puede
(a) preparar la medicina para la autoadministración por parte de la persona;
(b) preparar un dispositivo médico que capacitará a dicha persona para autoadministrarse la medicina; y
(c) asistir a dicha persona para ingerir o autoadministrarse de cualquier otro modo la medicina;
pero la decisión de autoadministrase la medicina y el acto final de llevarlo a cabo deben ser realizados por la persona para quien la medicina ha sido recetada.

¿Qué ocurre si el enfermo duda? ¿Es lícito que el asistente le anime a tomar la decisión con rapidez? ¿Puede sugerirle que no lo haga? ¿Es necesaria la presencia de testigos? ¿Puede, simplemente, mirar la hora? Si hay familiares presentes, ¿pueden hacer algún comentario? La propuesta solo exige que

The assisting health professional must remain with the person until the person has—
(a) self-administered the medicine and died; or
(b) decided not to self-administer the medicine;

Esto es

El sanitario profesional asistente debe permanecer con la persona hasta que esta
(a) se ha autoadministrado la medicina y muerto; o
(b) ha decidido no autoadministrarse la medicina;

Dejemos la imaginación de lado. Pero no dejemos de darnos cuenta de lo terrible que puede ser la situación. ¿Si falla el dispositivo?

Hay muchas preguntas que surgen al hilo de la ley pero la que hoy quiero hacerme es: ¿por qué? ¿qué puede llevar a alguien a defender que colaborar en un suicidio es algo bueno?

Principios, principios, principios

No sé si es debido al carácter no codificado del Derecho británico pero el proyecto no incluye (al menos no lo hace el documento que existe en Internet) ninguna introducción previa ni explicación sobre la necesidad de la ley, como estoy acostumbrado a ver en los españoles. Esto hace difícil discutir sobre los principios morales que pueden haber llevado a los promotores a iniciar este movimiento legislativo. Una lectura rápida de su página web lleva a pensar que es una ayuda para aliviar el sufrimiento de los pacientes terminales (entendiendo por terminales la definición dada arriba: enfermo incurable con pronóstico de muerte en menos de seis meses). En fin, ayudar a suicidarse por compasión. Pero ¿cuál es el principio moral sobre el que se sustenta esta demanda? ¿por qué la eliminación del sufrimiento es más importante que la vida? ¿qué es lo que determina que colaborar activamente en el suicidio de alguien deje de ser un acto malo? Si hay algo que objetivamente hace que esta colaboración al mal deje de ser un mal, ¿es posible que esté determinado por un intervalo de tiempo estipulado sin considerar la situación personal?

Por insistir solo en el último punto, no me parece razonable que la calificación moral de un acto de ayuda al suicidio cambie simplemente porque se pase de los 180 días a los 190. Creo que la prudencia no puede juzgar utilizando cantidades abstractas, aisladas del problema personal —precisamente en aplicar lo abstracto a la situación concreta es en lo que constituye el juicio de prudencia y las cantidades son patrimonio de lo concreto, no de lo abstracto: solo la materia está sujeta al tiempo y al espacio.

Pero obviemos esta pega notable y objetiva.

Una vez más, os enfrentamos al eterno problema del buenismo: bajo una apariencia humanitaria —eliminar el sufrimiento, algo que nos parece a todos razonable— se afirma categóricamente que algo es bueno, sin hacer ningún argumento y sin establecer los principios de lo bueno. Se da por supuesto que si algo es desagradable es mejor eliminarlo. En breve, el principio subyacente es —no podía ser otro— el de placer: el placer, las buenas sensaciones, la ausencia de sufrimiento, es el bien absoluto y todo lo que lo obstaculice es malo y puede —si no debe— eliminarse. De aquí que, si hay certeza de que no se va a vivir placenteramente, es preferible no vivir, pues el placer vale más que la vida.

Al menos esa es la única explicación que llego a alcanzar.

Téngase en cuenta que hablo de placer en sentido genérico —no solo el placer sensual es lo que está en mi cabeza. No trato de llevar su argumento al absurdo por la vía de la burla.

Mi postura, ¿más clara?

Aun así, sea cual sea la argumentación que mueva a los proponentes, manifiesto mi pesar y mi oposición a dicho proyecto de ley, desde una perspectiva puramente abstracta. Mis principios son los siguientes:

  1. Colaborar al mal es hacer el mal.
  2. Tratar a una persona como una posesión es malo. (En realidad esto es algo mucho más general pero prefiero este enunciado ahora para clarificar). Esto se refiere tanto a una persona distinta —el otro— como a uno mismo: la persona no tiene dueño, ni siquiera Dios.

Por otro lado, me parece patente lo siguiente:

  • El suicidio consiste en eliminar una persona. Esto implica tratar al sujeto (uno mismo) como algo que se posee, pues entiendo que solo es lícito destruir directamente aquello que se posee de alguna manera.

De lo que se deduce que ayudar a suicidarse es malo. Definitiva, universal y objetivamente malo.

Entiendo que pueden no compartirse los principios 1. y 2. de arriba aunque dudo que alguien realmente honrado los discuta. Pero me parece claro que si se aceptan, llevan a la conclusión que he enunciado. Es posible que en otras reflexiones profundice en el segundo punto, que es el que más me ha hecho entender la posición de la Iglesia Católica en muchos aspectos, desde la defensa de la vida a la sexualidad pasando por la propiedad privada y la moralidad de los actos internos. En este comentario solo quería dejar claro que si uno quiere defender una postura, lo primero necesario es saber cuál es y en qué se basa. He tratado de clarificar cuáles pueden ser los principios que han llevado a Lord Falconer a proponer su proyecto de ley y me he encontrado con el placer —¿bienestar?— como regla de oro.

Me interesaba dejar claro que si me opongo a ello es por razones que me parecen más humanas.

La alternativa es clara: los cuidados paliativos sin miedo a que los analgésicos acorten como efecto secundario la vida del paciente y el tratamiento psiquiátrico del enfermo terminal. Y, sobre todo, el afecto.

Pueden interesar los siguientes textos:

  1. La entrada de antes de mis vacaciones en que me refería a este asunto.
  2. La página web de la campaña por el suicidio asistido.
  3. El proyecto de ley de Lord Falconer y unas notas explicativas.
  4. La parte del quinto mandamiento del Catecismo de la Iglesia Católica.
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