Los mejores libros que Bill ha leído en 2013

El título que utilizo refleja el de una entrada en el blog de Bill Gates y mi reflexión pretende ser un breve comentario a la siguiente sentencia:

But I read mostly nonfiction because I always want to learn more about how the world works.

Que significa

Pero leo mayormente no ficción porque siempre quiero aprender más sobre cómo funciona el mundo.

Esta afirmación viene justo después de explicar “por qué” en su lista de este año no hay ninguna novela. Explica que, aun así, le gustan las novelas —y, cómo no, siendo americano, afirma que ha leído El guardián entre el centeno un montón de veces y que es uno de sus libros favoritos.

Aparte de la crítica evidente que se puede hacer a este comentario —es sorprendente que, de todas las novelas americans escritas, uno elija algo tan banal (pese a famoso) como El guardián entre el centeno que, reconozco humildemente, no pude terminar— quería intentar explicarme a mí mismo por qué justamente yo hago lo contrario —este año casi no he leído ningún libro sobre “cómo funciona el mundo” y, honradamente, es algo que no tiendo a hacer.

Para empezar, yo no tengo tanto dinero como Bill Gates y por ello mis posibilidades de hacer algo por el mundo son mucho más limitadas. Quizás esto sea relevante y marque la diferencia entre sus tendencias y las mías.

También es cierto que no soy ingeniero como él. Es posible que una vocación más práctica conlleve una inclinación mayor a leer más libros sobre “el funcionamiento de las cosas” que novelas.

Es verdad que más de una vez he pensado en el problema de honradez intelectual que se plantea cuando una persona lee más ficción que “realidad”, si esa persona afirma —como yo— que le preocupa la situación de los pobres, la economía mundial, las injusticias, la distribución de la riqueza… ¿No estaré haciendo mal desprecoupándome de los problemas serios y “descansando” demasiado con la ficción? ¿Es la mía una actitud honrada? ¿Es justo leer ficción cuando hay hambre en el mundo?

Lo pregunto en serio.

De momento y, por lo que he visto en la evolución de mi opinión al respecto, la idea que me explica mejor mi comportamiento —dejando de lado las limitaciones físicas que tengo, que me impiden un esfuerzo continuado a lo largo del día— podría resumirse así:

La buena ficción —la de calidad, la que se lee por el agrado que producen la riqueza de los personajes y el manejo del lenguaje— ayuda a conocerse a uno mismo y a conocer a los demás. La buena ficción no es más que un estudio de comportamiento realizado por un observador cuidadoso de los hombres expresado con gusto y gracia.

Esa explicación breve —algo borrosa e imperfecta— me lleva a pensar que, si bien la ficción de calidad no ilustra sobre el funcionamiento del mundo, sí lo hace sobre la naturaleza humana. Por ello, la buena novela nos ayuda a conocernos mejor y conocer mejor a los demás —o al menos, a ver a las personas con los ojos de los buenos observadores, y aprender de sus luces.

Esto, el conocimiento propio y el de los demás me parece más interesante para las personas pequeñas, la mayoría: las que tenemos una vocación de cercanía y de comunión a escala de “prójimo” —el que está al lado, cerca. Nuestra manera de hacer mejor el mundo es viviendo en comunión con nuestra familia, nuestros amigos, nuestros colegas, nuestros vecinos, nuestros parroquianos…

El “funcionamiento del mundo” quizás sea mejor dejárselo a los poderosos.

Los pequeños usamos el “tú” y a veces el “vosotros”, nunca el “ellos”. Esta es nuestra contribución al “mundo”.

Índice

Comentarios (Disqus)

Comentarios gestionados porDisqus